Para poder comprender la importancia del terroir en el vino, es necesario retroceder unos años en el tiempo, para ver algunos hecho con cierta perspectiva.
En las últimas décadas, hemos observado cómo nuestra sociedad ha realizado un giro considerable hacia la estandarización. Este hecho ha provocado que, cada vez más difícil encontrar diferencias entre productos que han sido producidos en lugares muy dispares. Y el sector de la elaboración de vinos no es ajeno a esta tendencia.
Una gran cantidad de los vinos que encontramos en el mercado muestran características similares entre sí. Se trata de vinos algo carentes de personalidad y de matices que los hagan reconocibles, distintos. Esta pérdida de identidad es, en parte, debida al uso de técnicas de elaboración estandarizadas. Estas técnicas, se realizan por diversos motivos. La disminución de costes, el aumento de la producción son algunos de ellos.
En otras ocasiones se busca la uniformidad de un producto, para poder responder así la demanda puntual del mercado, una moda o un cambio de paradigma.
Como hemos mencionado la elaboración de vinos no es una excepción. Es cada vez más habitual encontrar técnicas enológicas donde el uso de añadidos al vino acaban por anular la expresión y el carácter que el terruño aporta al vino.
Además, estas prácticas conllevan dos problemas muy serios. Por un lado se plantan una y otra vez clones de variedades modificadas en laboratorio, provocando la pérdida de variedad genética en el viñedo. Por otro lado, el uso de variedades foráneas, con la creencia de que puedan rendir mejor que las que se han plantado tradicionalmente en cada zona.
El terroir
El término terroir es una palabra originaria de Francia, que por similitud a nuestra lengua, lo asociamos a la tierra. Muchas personas la usan como comodín para dar distinción a un producto. En viticultura, terroir es un concepto mucho más amplio. Cuando lo utilizamos para describir un vino, estamos haciendo referencia a un círculo donde interactúan todos los pequeños detalles que forman parte del viñedo, la bodega y las personas.
Estos factores son determinantes ya que serán los responsables de dotar al producto de una identidad y de otorgar a un vino una personalidad única. Por este motivo, no hay, o no debería haber, dos vinos iguales.
Si hablamos del Terruño, en nuestro viñedo hemos de mencionar su privilegiada ubicación. La climatología propia de la inusual altitud, la mineralidad de los suelos, la naturaleza que lo rodea, la vegetación y aromas que envuelven las viñas.
De la Bodega, destacamos su excelente localización en plena DO Ribera del Duero, del reto que supone para nosotros construir un nombre en esta región y el significado que intentamos darle con nuestro trabajo.
Y finalmente el terroir de nuestros vinos lo determinan las personas que participan de este proyecto. Nuestra formación y experiencia, nuestro compromiso con la zona y nuestro origen nos permite tener una visión privilegiada del futuro.
La responsabilidad que sentimos nos obliga a realizar nuestro trabajo de forma sostenible y acorde a los valores con los que plenamente nos identificamos.
Nuestros Suelos
Los suelos donde se ubican nuestros viñedos son extraordinariamente ricos en minerales, algo que es importante en la elaboración de grandes vinos. Por ello, nos esforzamos en preservar el legado tan valioso que nos ha sido dado, aplicando técnicas que respetan la flora y fauna que habita en nuestros viñedos. El respeto hacia la tierra y el entorno del viñedo es una cuestión, para nosotros, de máxima importancia.
En Altos del Enebro seleccionamos nuestros propios clones para las nuevas plantaciones. Estos clones proceden de variedades autóctonas sacadas minuciosamente de las viñas viejas de nuestros mayores. Con el paso de los años hemos adquirido el conocimiento y la experiencia necesarios para interpretar y mostrar en nuestros vinos, la identidad de cada una de las viñas.
Si a este suelo tan rico en mineral le sumamos una ubicación privilegiada a 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar, el resultado es un vino de gran calidad, fresco y muy personal.
Parece una cuestión de magia que unas uvas de la misma variedad, cultivadas, vinificadas y envejecidas con las mismas técnicas y en zonas geográficas completamente distintas, produzcan vinos tan diferentes entre sí. Nosotros lo tenemos claro, no es magia, es el camino que tomamos al comienzo de nuestro proyecto. Mucho amor, sacrificio y respeto máximo hacia el viñedo y los vinos. Un cariño que compartimos con nuestros clientes y amigos.